Cuando ya avanzaron y creyeron que todo iba bien, todo genial y sus vidas no tenían ningún contratiempo eran felices, porque sus vidas eran monótonas, planas, con altos y bajos pero leves. Agrandaban cosas simples para creer que sus vidas tenían algo de color, comentaban cosas superficiales y jamás se detenían a pensar -porque si se detenían no llegarían- en lo que realmente importaba. Eso era entendible. Pero cuando ya consiguieron lo que querían tampoco pensaron qué realmente les importaba, porque solo ven lo que los demás hacen y piensan que esa es su vida, con cosas parecidas... pero no igual. Cada uno está en una carrera, tratando de recorrer la mayor cantidad de kilómetros de vida en el menor tiempo, pero no nos damos cuenta que hay tiempo para cada cosa que querremos. Estamos en una vidriera algunos miran hacia el lado y tratan de ir al ritmo de otro; otros se lo toman con calma y caminan, otro corren, y hay otros que avanzan a velocidad normal y miran para el lado para sonreír, pero no se distraen y crean su propia carrera, contra ellos mismos, no le copian a nadie.
¿Quién ganará la carrera? ¿Quien corra más rápido? ¿Quién imite a los demás?
¿Quién rompa la vidriera? ¿Quién?
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